今日の夕方、2時間半の会議を終えて家に戻ると、妻が逆上していた。怒りで目玉は飛び出さんばかり、今にもその辺の「チョニー」が吐くような罵詈雑言を連発してしまいそうな勢いだった。ちなみに、「チョニー」とは日本語で言えば「タチが悪いヤンキー」のようなものだ。
理由は、今朝駅の自動改札口で、また誰か(今回は若い女性だったらしい)に割り込まれたからだという。つまり、自動改札口に切符を入れ、扉が開いて自分が通ろうとするスキを狙って、後ろから誰かが(切符なしで)一緒に入ってしまう、ということをやられたのだ。彼女はこの手の行為に耐えられないらしい。
もう何年も前の話になるが、僕が初めてイタリアへ旅行した時、公共交通機関の切符をどこで買えばいいのかわからなくて、通行人に聞いたことがあった。地元の人達は、皮肉めいた笑みを浮かべながら、「近くのタバコ屋で売ってるよ」と教えてくれた。タバコ屋の店主も、僕がバスの切符を買おうとしていることをずいぶん面白がっていた。バスに乗ってみて初めて理由がわかった。高齢のご婦人方を除いて、誰ひとり切符を買っていなかったのだ。たぶん、お年を召されたご婦人方は、他の乗客のように、検札員がバスに乗ってきた時に後部ドアまで猛ダッシュして下車するだけのスピードを持ち合わせていなかったのかもしれない。それに検札員だって、乗客の98%が突然バスを降りていくのを気にも留めていなかった。車内に残ったのはおばあさん1人と僕だけ。「これじゃスペインの方がまだマシだ」と内心ほくそ笑んだのを覚えている。ところが、最近どうやら状況は変わってきているようだ。
スペインの鉄道会社は、「検札員に給料を払うより、無賃乗車を見逃した方が安上がり」という事実に気づいたらしい。それでも時々、駅で警備員(俗に「セグラタ」と呼ばれている)を見かけることがある。彼らはよく、幼い子供を連れたモロッコからの移民女性に対して、横柄な態度で切符を見せるよう命じていたりする。挑発的な外見をしたスペイン人の若者たちや、190cm以上ある大柄のアフリカ人男性が柵を乗り越えてホームに入っている時は、見て見ぬふりをしているのだが。こんな状態なので、地下鉄でも電車でも、切符を買わない人は結構いる。しかも、貧しい移民にかぎらず、イタリアでは切符を買っていたような老婦人たちでさえ平気で無賃乗車していることがある。
僕は妻に、「もっとユーモアのセンスを持とうよ」とアドバイスした。相手に立ち向かったところでムダなのだ。それどころか、罵倒されたり、暴力をふるわれたりするかもしれない。そんなリスクを冒したって、警備員みたいに給料をもらえるわけじゃない。それでも、妻は怒りを抑えきれず、こう続けた。
「今日後ろから入ってきた子はね。片手にチョコクロワッサンを持って、食べながら割りこんできたのよ。そう、駅のすぐ側のあの店の、わたしがいつも眺めているけど絶対に買わないあのチョコクロワッサン。で、反対の手に最新モデルのiPhoneなんか持って、しかもブランドもののスニーカーまで履いていたんだから!」
僕は内心、彼女にこう言いたかった。
「その子はきっと、両手がふさがっていたから切符を入れられなかっただけなんじゃないかな。君がチョコクロワッサンを買わないのは、太りたくないからだろう?ブランドもののスニーカーや最新モデルの携帯を買わないのは、君が倹約家だからだよ」
でも、何も言わなかった。いつしゃべり、いつ黙るべきかを知る。それが賢者の知恵というものだ。
Hoy, cuando he
vuelto a casa del trabajo tras una reunión de dos horas y media, me he
encontrado a mi mujer tan enfadada que los ojos se le salían de las órbitas y
parecía que iba a ponerse a echar sapos y culebras por la boca como cualquier
choni. Una choni vendría a ser como una “ヤンキー”con
muy mal carácter. Y es que, al coger el tren, otra vez alguien (una chica)
había aprovechado el momento en que ella metía el billete en la máquina de
entrada para colarse detrás de ella sin pagar. Eso es algo que no soporta.
Hace muchos
años, cuando viajé por primera vez a Italia, no sabía dónde se compraban los
billetes para transporte público, así que pregunté. Me respondieron
amablemente, pero con una sonrisa irónica, que en un estanco cercano. Al señor
del estanco le pareció muy divertido que comprara billetes para el autobús, y,
al subir al autobús, descubrí por qué. Nadie, excepto las ancianas se molestaba
en pagar billete. Tal vez eran demasiado lentas para bajar rápidamente por la
puerta opuesta a la que utilizaba el revisor, que ni se molestaba en mirar cómo
el 98% del autobús se vaciaba: todos menos la anciana y yo. Yo sentía la íntima
satisfacción de pensar que en mi país todo funcionaba mejor. Pues ya no.
Han
descubierto que cuesta más pagar el sueldo a los revisores que permitir que
mucha gente se cuele sin billete. De vez en cuando se ve algún empleado de
seguridad (coloquialmente “segurata”) que es capaz de pedir con mala educación
el billete a una pobre inmigrante marroquí con niños pequeños, pero mira hacia
otro lado cuando saltan la barrera delante de él jóvenes malencarados de aquí o
africanos de metro noventa. Así que en el metro y en el tren, mucha mucha gente
se cuela. Pero no pobres inmigrantes sin dinero, que ellos también, sino hasta
las ancianas que en Italia pagan.
Yo le he
aconsejado a mi mujer que se lo tome con sentido del humor. No merece la pena
encararse con alguien que puede insultarla o tal vez golpearla. A ella ni tan
siquiera le pagan como al segurata; pero no puede evitarlo. “Por si fuera
poco”, añade, “la chica que se ha colado detrás de mí llevaba en una mano uno
de esos croissants de chocolate que hay en la pastelería junto a la estación
que siempre miro y nunca compro, y en la otra el último modelo de iPhone. ¡Y
unas bambas de marca!” Yo he pensado: “Seguro que ha tenido que colarse porque
llevaba las dos manos ocupadas. Si no te compras el croissant de chocolate, es
porque no quieres engordar, y si no te compras bambas de marca, o un móvil de
último modelo, es porque prefieres ahorrar.” No he dicho nada. Saber cuando
hablar y cuando callar es la sabiduría de los sabios.
Sneaking in
Today, when I arrived home after a long school
meeting, I found my wife so angry that her eyes were popping out and she seemed
to be about to spit dirty words like a vulgar “choni”. A “choni” is a low class
girl who prefers shouting to talking and dirty words to politeness. They waste
no sweet words.
Well, my wife was boiling mad, because, when she
inserted her ticket to get into the train station at the entrance gate, someone
(a girl this time) had sneaked in just behind her, again, in order not to pay
the fare. That is something she cannot stand at all.
Many years ago, when I went to Italy for the first
time, I didn´t know where I could buy tickets for public transport so I asked
about it. I was politely answered, with a kind of ironical smile, that at the
nearest tobacconist´s. The person who sold me the tickets seemed amused by the
fact that I was buying tickets, and when I got on the bus, I found out the
reason why. Nobody, but extremely old ladies bothered about tickets. I guess
old ladies were too slow to get out of the bus when a conductor got in. When a
conductor came through the front door, 98% of passengers just got out through
the rear one: the other 2% were the old lady and me. Somehow, I felt a kind of
inner satisfaction thinking that things worked much better in my country. Not
anymore.
They have decided that it is more expensive to pay
conductors than letting people sneak in without paying. Now and then you can
see a “segurata” (a bad name for security officer) who dares to ask unpolitely a
poor Moroccan immigrant with her small kids to show their tickets. However, he
will look the other way when some young wild looking thugs just jump over the
entrance gate, and so he does when six-feet-tall young Africans do the same.
So, too many people here travel on buses, by train or underground without
paying; not only poor immigrants with no money, but also those Spanish old
ladies that would pay the fare if they were Italian.
I have advised my wife to take it easy, with a bit of
humour. It is no worth risking being insulted or even beaten if you defy people
who try to sneak in behind you at a train station. She is not even paid for
doing that like the “segurata”. But she cannot help it. “To add insult to
injury”, she added, “the girl who sneaked in behind me was holding in one of
her hands one of those chocolate croissants from the pastry shop near the
station I always look at but never buy. And
she was holding with the other hand the latest iPhone model. And good
brand sneakers!” I have thought: “Surely she had to sneak in because her hands
were both busy. You don´t buy chocolate croissants because you want to keep
your slim figure and look good, and if you don´t buy good brand sneakers or an
iPhone is because you don´t want to spend money on them.” However, I have not
said a word. Knowing when to speak and when to keep your mouth shut is the
wisdom of the wise men.
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