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2013年10月11日金曜日

いい本はいいね - Buenos libros, libros buenos - Good books are good


僕は子供時代、毎年夏休みの3ヵ月間を祖父母の住む小さな村で過ごした。人里離れた田舎で、のびのびと遊んでいた。夏休み以外は、心配性の両親の捕虜と化した。子供だけでは通りに出させてもらえなかったので、ひまつぶしにその辺にあった本を読むようになった。まず、同じコミックを何回も繰り返し読んだ。もう少し大きくなると、他の書物も手当たり次第に読みあさった。家に本がたくさんあったのは、なにも両親が読書家だったからじゃない。当時、僕の父は、他の家庭の多くの父親がそうであったように、3、4種の仕事をかけもちしていた。午前6時から午後2時までは工場で働き、午後は、少年サッカーの審判から百科事典や本の訪問セールスまで、とにかくなんでもやっていた。というわけで、家にはサンプル本がたくさんあった。ホメロスのオデュッセイア、ボッカッチョのデカメロン、セルバンテスのドン・キホーテ…。こうした類の本に、僕は幼くして出会うチャンスに恵まれたのだった。読書が楽しかったから、国語教師になったのかもしれない。

子供のころは本を選べなくて、とにかく手元にある本を無差別に読んでいた。今も読書は好きだが、新鮮さを感じないような本をがまんして読む根気は失ってしまった。本のせいじゃなく、僕のせいだと思う。それでも、まだいい本はある。

今年は面白いスペインの小説に2冊出会った。へスース・カラスコ(Jesús Carrasco)の「Intemperie」(野天)と、ドローレス・レドンド(Dolores Redondo)の「El guardian invisible」(見えざる守護天使)だ。(※いずれも未邦訳)

へスース・カラスコの「Intemperie」は、完成度の高い小説だ。田舎を舞台にしているが、時代設定は不明で、登場人物の名前さえ出てこない。主人公は、過酷な世界での恐怖に追われて逃げ出した少年。ある日、少年は老いた山羊飼いに助けられる。ここから起きる出来事は、読者の誰もが共有しうる悲惨な人生経験だ。田舎の描写はミゲル・デリベス(Miguel Delibes)、カミノ・ホセ・セラ(Camino José Cela)、ラモン・J・センデル(Ramón J. Sender)の数々の名作を彷彿させ、少年と大人の関係から湧き出る感覚は、コーマック・マッカーシー(Cormack McCarthy)の傑作「The road」(ザ・ロード)を思い出させた。

ドローレス・レドンドの「El guardian invisible」(見えない守護天使)は、ミステリー小説だ。主人公の女性刑事は、故郷ナバーラ地方のバスタン谷で起きた連続少女殺人事件の捜査を任される…、と、ここまでは一見おきまりのミステリーにも見えるのだが、作者の筆力に読者はぐいぐいと引き込まれていく。読み進むうちに、刑事本人、彼女の家族との過去、事件を結ぶ密接な関係が次第に浮かび上がってくる。とくに、ナバーラの森と、森に棲むと伝えられる伝説の生き物の存在を背景に、現実と幻想が交錯していく描写は読み応えがある。


残念ながら、どちらもまだ日本語には翻訳されていないようだ。この際、スペイン語での読書に挑戦してみるのもいいかもしれない。

Buenos libros, libros buenos.

Cuando era niño, pasaba los tres meses de vacaciones de verano, en una pequeña aldea perdida, cerca de ningún sitio, y era libre. El resto del año, era prisionero de los miedos de mis padres. No nos dejaban salir solos a jugar a la calle, así que empecé a leer todo lo que caía en mis manos: primero, mil veces los mismos tebeos, y más tarde, todos los libros a los que echaba mano. En casa no había libros porque mis padres fueran lectores, sino porque entonces mi padre, como muchas otras personas, tenía tres o cuatro trabajos a la vez: de seis de la mañana a dos de la tarde en una fábrica, y después, de todo, desde árbitro de fútbol a vendedor de enciclopedias y libros de puerta en puerta. Eso me dio la oportunidad de leer muy pronto libros como La Iliada y La Odisea, de Homero, El Decamerón de Bocaccio o nuestro Quijote de Cervantes. De alguna manera, supongo que el gusto por la lectura hizo que acabara haciéndome profesor de lengua. 

Cuando era niño no podía discriminar qué leer porque había los libros que había. Ahora, aunque sigue apasionándome leer, he perdido en parte la paciencia con los libros que no consiguen sorprenderme. No es culpa de esos libros: probablemente es culpa mía. A pesar de todo, aún hay quedan buenos libros.

Este año he tenido la suerte de leer dos buenas novelas españolas: Intemperie, de Jesús Carrasco y El guardian invisible de Dolores Redondo.

Intemperie, de Jesús Carrasco es una novela redonda, atemporal, impersonal hasta evitar los nombres, ambientada en el campo. Trata de un niño que huye de algo terrible que lo persigue con saña. Encuentra refugio en un pastor anciano, ya muy al final de su vida. A partir de ese momento, todo lo que pasa tiene relación con la experiencia trágica de la vida que todos compartimos. Me recuerda un poco el sabor rural de las mejores novelas de Miguel Delibes, Camilo José Cela o Ramón J. Sender. Me recuerda un poco las sensaciones que brotan de la relación entre niño y adulto en esa magnífica novela de Cormack McCarthy, The road.

El guardián invisible, de Dolores Redondo, es un thriller que podría ser típico: una detective de policía debe investigar los asesinatos en serie de adolescentes en su pueblo de origen, en el valle de Baztán, en Navarra. Lo que hace de esta novela algo especial es la capacidad de la escritora para mantener en vilo al lector, la conexión íntima que acaba habiendo entre la investigadora, sus fantasmas familiares y lo investigado y, sobre todo, la mezcla entre realidad y fantasía que introduce la escritora con el mundo del bosque de Navarra y sus personajes mitológicos que aparecen como algo real.

Lamentablemente, me parece que ninguna de las dos ha sido publicada todavía en japonés: un buen motivo para leerlas en español.

Good books are good

When I was a boy, I used to spend our three months of summer holidays at a small Spanish village in the middle of nowhere, and I was free. I was a prisoner of my parents’ fears for the rest of the year. We were not allowed to play alone outdoors, so I began to read anything I could: first, the same comics over and over again; and then, all the books I could find. At home there were some books, but not because my parents were readers. My father, then, as many others, had three or four jobs at a time: from 6am to 2pm at a factory, and then, anything would do: from soccer referee at weekends to door to door book and encyclopaedias salesman in the afternoons. That offered me the opportunity to read very early books like Homer’s (not Simpson, the least known) Iliad and Odyssey, Bocaccio´s Decameron and our Cervantes’ Don Quijote. Somehow, I guess I developed a taste for reading which made me become language teacher in the end.

When I was a boy, I could not be a chooser reading books, because there were just a few. Now, even though reading is still a passion, I have lost most of the patience I had with books which are not surprising. It is not probably the books’ fault, but mine. Still, I think there are still some good books around.

This year I have been lucky to read two good Spanish novels: Jesús Carrasco’s Intemperie and Dolores Redondo’s  El guardian invisible.

Intemperie is from my point a view a considerable achievement. It is set in a rural environment, but out of time, impersonal to the point of not mentioning names. It is the story of a small boy who is running away from something terrible which is relentlessly chasing him. He finds shelter with a very old shepherd, who is at the very end of his life. From that moment, the story develops and everything that happens has a strong connection with the tragic experience of life we all share. The story reminds me a bit of the rural taste of Miguel Delibes’, Camilo José Cela’s or Ramón J. Sender’s best books. It also reminds me of the feelings sprouting from the relationship between a boy and his father in Cormack McCarthy’s magnificent novel called The road.

El guardian invisible could be just another thriller: a police officer must investigate the serial killers of teenage girls at the town where she comes from, on Baztán valley in Navarre. What makes the novel special somehow is the writer´s skill to keep the reader hooked to the plot, the intimate link between the policewoman, her own family ghosts from the past and what she is investigating and, above all, the mixture between reality and fantasy which introduces Dolores Redondo with the forests from Navarre and their Basque mythological characters that appear as a part of our real world.


Unfortunately, I don´t think these novels have been translated, yet. That is a good reason to learn some Spanish and read them. 

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