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2014年1月26日日曜日

学校にカモメ - Gaviotas en la escuela - Seagulls at school




昨日、病欠の同僚に代わって中庭の監視を任された。バルセロナの冬の正午前の気温は8~10度くらいで、それほど寒くはない。晴れの日が多いものの、海沿い独特の湿気を含んだ寒さが骨にしみ込んでくる。

いつものように、中休み終了5分前にチャイムが鳴った。生徒たちは続々と引きあげ、大声の会話も校舎の扉の向こうに消えていった。その時、何かが起こった。

突然、100羽ほどのカモメの群れが中庭のコンクリート上に舞い降りてきたのだ。カモメたちは混沌と調和が入り混じった軌跡を青空に描きながら、白波のように人間たちの残した空間を埋め尽くしていった。カモメは知っていたのだ。コンクリートの上に生徒が残したサンドイッチが散らばっていることを。チャイムの音は、生徒たちを校舎に引き戻すと同時に、カモメたちを中庭に呼び寄せたのだった。3、4分後、赤いコンクリートの上には何も残っていなかった。残飯もカモメもきれいに消えていた。

不思議なことに、灰色の日常も突然、ほんの一瞬だけ神秘的なサプライズと化すことがある。

翌日、同じようにカモメがやって来た。でも、灰色の空の下で、3階から眺める赤いコンクリート上のカモメはただの鳥に見えた。

Gaviotas en la escuela

Ayer tuve que substituir a una compañera enferma en la vigilancia del patio. A media mañana el invierno en Barcelona es suave, ocho o diez grados. Muchos días brilla el sol, pero la cercanía del mar hace que la humedad se te acabe metiendo en los huesos.

Como de costumbre, cinco minutos antes de acabar el patio sonó el timbre. Fila tras fila, los alumnos y el caos de sus conversaciones en alta voz fueron desapareciendo tras las puertas de entrada al edificio. Entonces ocurrió algo.

De repente, una nube de al menos un centenar de gaviotas descendió flotando sobre el cemento del patio dibujando en el cielo azul un sinfín de trayectorias caóticas y armónicas a la vez, casi en completo silencio, como una marea blanca que iba ocupando el vacío dejado por los seres humanos. Los pájaros sabían que encontrarían restos de bocadillos sobre el cemento, y el sonido del timbre los atraía al suelo de la misma manera que alejaba a los alumnos de allí. Tres o cuatro minutos después, no quedaba nada sobre el cemento rojo: ni restos de comida, ni pájaros.

Es sorprendente como nuestra gris rutina diaria se puede transformar de repente en una sorpresa casi mágica que no suele durar más que un momento.

Hoy, sin embargo, bajo el cielo gris, desde el tercer piso, sobre el fondo rojo del patio, las gaviotas eran solo pájaros.


Seagulls at school

Yesterday, I had to substitute a colleague who was ill. She had playground duty, so I had to play her part and watch the students. By midmorning, winter in Barcelona is mild, about 50º F. More often than not, the sun is shining, but the sea is not far away, so the humidity in the air gets into your bones at the end.

As usual, a ringing bell announced the end of recess. Line after line, both the students and the chaos of their loud voices disappeared behind the entrance doors. Then something happened.

Suddenly, a cloud of at least one hundred seagulls came down floating over the playground concrete, painting in the blue sky countless paths, both chaotic and harmonic, almost in complete silence, as a white tide, which was filling the emptiness that the human beings had left behind. The birds knew that they were going to find sandwich leftovers on the concrete, and the ringing bell summoned them to the ground in the same way that had driven the students away. After three or four minutes, there was nothing left on the red concrete: neither leftovers nor birds.

It is surprising how our dull daily life can suddenly become an almost magical surprise that usually lasts just for a moment.

Today, however, under a grey sky, from the third floor, on the red background of the playground, the seagulls were just ordinary birds. 

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