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2016年1月8日金曜日

ひまわりのたね - Pipas - Sunflower Seeds




Pipas

Las pipas fueron durante mucho tiempo probablemente los elementos protagonistas, las estrellas, de lo que llamábamos “golosinas” o “chucherías” y hoy se llaman “chuches”: productos que se consumen entre horas por el placer de hacerlo, algo así como el おかし japonés, aunque las chuches son más bien cosas de críos o adolescentes y se consideran más bien dulces que saladas.

Las pipas han tenido siempre una función social, porque lo habitual era (y aún es en muchos sitios) sentarse en la calle en unas sillas o un banco  y acabar dejando el suelo con una alfombra de cáscaras. Y entretanto, ejercitar uno de los pasatiempos tradicionales preferidos de los españoles: dejar pasar el tiempo, mirando a los que pasan y chismorreando un poco de todo y de todos. 

Las pipas, cuando era niño, se comían en los cines como ahora palomitas. Y las cáscaras iban a parar al suelo. Lo de las papeleras y no tirar la basura al suelo no tiene tanta tradición en este país. Las sesiones de cine eran dobles: una película mala y otra peor, y nos sentábamos en el gallinero para comer pipas y echar las cáscaras a los de platea.

Las pipas llegaron de América en el siglo XVII, pero como costumbre social llegó mucho más tarde, durante el cerco a Madrid en la guerra civil española a finales de los años treinta del siglo pasado. El hábito de comer pipas lo trajeron los soldados rusos, pero entonces la gente no lo hacía por diversión, sino para engañar al hambre. Aparte,  para muchos era una manera de identificarse con ideologías como el comunismo o el anarquismo; y para las mujeres un signo de liberación de género, ya que hasta entonces se miraba mal a las mujeres que comían en público.

Las pipas son un ansiolítico eficaz. La mayoría de las personas que las comen no lo hacen sino porque les tranquiliza un montón el simple gesto repetitivo de echarse una pipa a la boca o colocarla entre los dientes, cascarla, extraer la semilla y escupir las cáscaras. Todo el resto de efectos milagrosos sobre nuestra salud que se pueden encontrar en internet me resultan tan creíbles como cualquier cosa que se puede encontrar en internet. En todo caso, las pipas las comemos tostadas y saladas, y quien come muchas pipas, acaba comiendo mucha sal. Y eso no puede ser bueno.

Las pipas hay quien las prefiere con un mínimo punto de sal, como yo, pero otros prefieren comer las pipas “saladas” que son mucho más saladas, porque les gusta la sensación que tienen de que los cristales de sal hacen que les queden los labios como auténticas salchichas. Se lo pasan pipa. “Pasarlo pipa” significa divertirse un montón, pasarlo muy bien.



Sunflower seeds

Sunflower seeds were for a long time probably the main characters, the stars, of what we used to call golosinas or chucherías and now we call chuches: products people eat between meals just for pleasure, something like Japanese okashi, although chuches are mainly children’s or teenagers’ favourites and are considered mainly sweet products, not salty ones.

Sunflower seeds have always had a social role, because it was really usual (and still is in many Spanish places) to sit outdoors on some chairs taken out from home or on a bench and leave the ground littered with a layer of sunflower seeds hulls. And meanwhile, to practice one of the best loved traditional hobbies in Spain: to let time flow, looking at the people passing by and gossiping a bit about everything and everyone.

Sunflower seeds, when I was a child, were consumed at cinemas as popcorn is today. And the hulls ended up on the floor. Street bins and not littering the streets are more modern concepts than you may think in this country. Cinema sessions were double: a bad movie and a worse one, and we would sit in the gallery to eat sunflower seeds and drop the hulls on the people sitting in the stalls.

Sunflower seeds came from America in the 17th century, but eating them as a social habit came much later, at the Madrid siege during the Spanish Civil War at the end of the 30s, in the 20th century. Russian soldiers brought it to Spain, but then people didn´t do it for fun, but for lack of food. Apart from that, for many people it was a way to identify themselves with ideologies such as communism or anarchism; and for women it was a sign of their liberation process, because then women eating in public places were bad considered.

Sunflower seeds are an effective tranquiliser. Most sunflower seed eaters do it because it is sedating for them to repeat the  gesture of putting one of those seeds in their mouth or set it between their teeth, cracking it, spitting the hulls and chewing the rest. All the other miraculous effects on our health that can be found in the internet offer to me the same credibility as anything you can find in there. Anyway, we eat them roasted and salted, and if you eat a lot of them, you are going to eat lots of salt. And that cannot be good.

Some prefer sunflower seeds with a bit of salt (I am one of them), but others prefer salted ones, which are of course much more saltier: they like that feeling of their lips getting like sausages because of the salt crystals on them. Se lo pasan pipa¸ which means, they have a really good time.  

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