Chinos
Ayer, en el super, un niño de la edad de mi hija pequeña (7
años) se acercó, la apuntó con el dedo y gritó: «¡China! ¡Chinita!». No me
sentí ofendido. No es la primera vez que pasa. Sí que me entristece que padres
y profesores españoles aún no seamos capaces de no trasladar a nuestros hijos
nuestros clichés racistas que intentan separar a los seres humanos por sus
rasgos físicos.
Por otro lado, yo considero que la cultura china es tan
valiosa para la humanidad como cualquier otra cultura, si no más.
Aunque hace muchos años que hay una comunidad china en
España, nuestra lengua sigue reflejando una cierta xenofobia que nos ha
acompañado toda nuestra historia y se acentuó en los siglos XV y XVI con la
expulsión de judíos y moriscos.
Hay algunos ejemplos de
nuestra lengua en que usamos el gentilicio «chino» o sus derivados. La lengua
española muestra a los chinos como trabajadores incansables (un trabajo muy
duro es un «Trabajo de chinos»), pero también como poco capacitados y un poco
ingenuos. Se puede oír la frase: «Lo engañó como a un chino». El origen de la
frase puede ser la dificultad que mostraban para entender nuestra lengua.
Precisamente, cuando algunos españoles no entienden algo porque es muy
complicado, suelen decir: «Eso me suena a chino» (no entiendo nada). Si alguien
no entiende a otra persona, igual se enfada y exclama: «¿Es que hablo en
chino?» Igual que pasó con mi hija, hay más
personas maleducadas, no solo niños, que a una mujer con rasgos orientales le
pueden decir por la calle «¡Chinita!», como si fuera algo muy divertido.
Finalmente, hay un tipo de colador en forma de cono invertido, que llamamos
«chino».
Hace treinta años ya había muchos restaurantes chinos en
este país. Posteriormente, proliferaron las tiendas de objetos muy baratos que
llamábamos «tiendas de todo a cien». La mayoría era propiedad de personas
chinas y la mayoría de productos a la venta costaban cien pesetas (unos 60
céntimos de euro). Con la llegada del euro, la gente pasó a llamarlas «la
tienda de los chinos» o simplemente «los chinos». Si yo pregunto a un alumno:
‒David, ¿dónde te has comprado esa libreta?
Igual me dirá:
‒En los chinos, profe.
Tras ese negocio vinieron otros, como los negocios de ropa
al por mayor, supermercados de productos orientales, algunas peluquerías y
salones de masaje, y con el aumento de la población de origen chino, agencias
de viajes y todo tipo de tiendas. Con el auge de la cocina japonesa, y como ya
había muchos restaurantes chinos, muchos cocineros de esa nacionalidad optaron
por abrir restaurantes «japoneses» para clientes españoles no muy exigentes. Ahora
mismo, muchos de los bares de toda la vida los llevan chinos, porque son
negocios muy duros, que abren muy temprano y cierran muy tarde. Muchos jóvenes
no están dispuestos a trabajar tanto, pero parece que muchos chinos sí.
En el colegio donde yo trabajo
hay bastantes alumnos de origen chino. En general, sus padres y ellos le dan
mucho valor a la educación. Es cierto que la barrera idiomática y cultural
entre nuestras lenguas y culturas es muy fuerte, pero yo no puedo menos que
admirar a esas personas que, a pesar de todo, son capaces, no solo de
sobrevivir en un entorno adverso, sino de prosperar.
Chinese
Yesterday, a boy of about
the same age as my daughter(8) got close, pointed at her with his finger and
shouted: “Chinese! Little Chinese!” No offense taken. It is not the first time
for us. However, it is sad that Spanish parents and teachers haven´t still been
able to avoid passing on to the young ones our racist prejudices that make
differences among human beings because of their physical features.
Moreover, I think the
Chinese culture is as valuable for humankind as any other culture, if not more.
Even though there has
been a Chinese community in Spain for many years, our language still reflects a
kind of xenophobia which has always been with us and increased in the 15th
and 16th centuries with the expulsion of the Jews and Spanish
Muslims.
There are some examples
in our language of using the demonym “chino” (Chinese) or its derivatives. The
Spanish language considers Chinese people as tireless workers (a very hard work
is “trabajo de chinos” (a work of Chinese people), but it considers them as not
very skilled and a bit naïve. You can hear the sentence: “He fooled him as if
he was Chinese”. This sentence can originate in the problems Chinese people
face to understand our language. In the same way, when some Spaniards don´t
understand something because it is very complicated, they usually say: “Eso me
suena a chino” (I don´t understand anything). If someone don´t understand
others, maybe they get angry and says: “¿Es que hablo en chino?” (Am I speaking
Chinese?). As it happened with my daughter, there are rude people, not only
children, that can tell a woman with Asian features “Chinita!” (Little Chinese)
in the street as if it was fun. Finally, there is a kind of conical sieve,
which we call “chino”.
Thirty years ago there
were many Chinese restaurants in this country. Later, many Chinese shops
appeared where we could buy very cheap products. We called them “100 pesetas
shops”. Most owners were Chinese and most products cost about 50 cents. When
the euro came, people called those shops “tienda de los chinos” (Chinese shops)
or just “los chinos” (the Chinese people). If I ask a student:
‒David, ¿dónde te has comprado esa libreta? (David, where have you bought that notebook?)
Maybe he will answer:
‒En los chinos, profe.
(At the Chinese prof).
After that kind of business came others, for
instance wholesale shops for clothing, Asian products supermarkets, some beauty
and massage parlours, and when the number of Chinese people here increased,
travel agencies and any other kind of shop. When Japanese cuisine became the
trend and because there were quite a lot of Chinese restaurants, yet, many
Chinese cooks opened “Japanese” restaurants for those Spanish customers who
were not too critical. At the moment, many of those bars owned traditionally by
Spaniards belong to Chinese people, because that line of work is really hard.
Bars open very early in the morning and close late at night. Many young people
are not willing to work that much, but it seems that many Chinese people are.
At the school where I
work there are quite a lot of Chinese students. Generally speaking, both they
and their parents give a big value to education. It is true that the language
and cultural barriers among our languages are wide, but I only can admire those
people that, despite all, are able not only to survive but also to thrive in a
very adverse environment like this.